VIRGEN DE LUJAN ALTAR


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SU FIESTA SE CELEBRA EL 8 DE MAYO

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HISTORIA DE LA VIRGEN DE LUJÁN





En 1630, la carreta que transportaba la imagen se detuvo en los pagos de Luján. La Vírgen nunca se movió de aquí.

En torno de ella se fundó y creció una las ciudades más reconocidas de nuestro país. La imagen venía de Brasil (Paracaiba) y viajaba por encargo de un portugués hacia Sumampa, Santiago del Estero.

Está construida por un alfarero con arcilla brasileña cocida. Tiene 38 centímetros de alto. Su manto azul está caido, salpicado de estrellas blancas y es la túnica encarnada.

Para resguardar la estatuilla original, el padre Jorge Salvaire le hizo colocar una campana de plata que le dió la forma característica que hoy se conoce mundialmente El Negro Manuel:

Desde que llegó a la Argentina, este hombre dedicó toda su vida, a cuidar a la Virgen de Luján. Lo trajeron desde Africa y lo vendieron como esclavo en Brasil. A los 20 años de edad, llego al Río de la Plata en la embarcación en donde venia la Bendita imagen, y presenció el milagro en la estancia de don Rosendo.

  • No se sabe quien era su dueño, pero Manuel permaneció en la estancia cuidando la imagen, y consagro su vida a la atención de la Santísima Virgen.

    Dice la tradición que Manuel, realizaba curas milagrosas con el sebo de las velas de la capilla y relataba a los peregrinos los viajes de la Santa Virgen, que salía de noche para dar consuelo a los afligidos. Manuel guardaba de los viajes de la Virgen de Lujan los abrojos que se desprendían de su vestido. Hasta el fin de sus días cuido de la Virgen de Lujan.
    Virgen de Luján hermosa, la del manto azul turqui,
    vengo delante de Ti por ver tu cara preciosa.
    Eres la más bella rosa del argentino vergel,
    eres la gloria de Aquel que formó las cosas bellas
    y dió luz a las estrellas que lucen delante de Él.

     

    Virgencita, Virgencita, amor de mi corazón,
    vengo aquí con mi aflicción y mi oculta y grave cuita
    Virgen morena y chiquita calma mi agudo penar
    y no me iré de tu altar sin tu celeste consuelo
    pues eres flor de este suelo y estrella blanca del mar.

     

    El negro Manuel decía, que la capilla dejando,
    te ibas sola caminando por toda la cercanía,
    que tu manto azul traía prendidos muchos abrojos.
    No te ha de causar enojos que te cuente mi dolor,
    si están hablando de amor las pupilas de tus ojos.

     

     

    Me está punzando una pena y yo te la traigo aquí. ¡Qué fuera de mí sin Ti! Virgen chiquita y morena.
    Eres tan Santa y tan buena, tan cerca de Dios estás que mi angustia entenderás y mi orfandad y mi duelo
    que a Ti solita revelo a Ti solita, no más.

    Bien se ve que eres, Señora, la flor de Jerusalén, pues tu mirada hace bien y el corazón enamora.
    Tu piedad santa endulzora toda mi negra amargura, yo te juro, Virgen Pura, pagarte con devoción como agradece el león a la mano que lo cura.



    NOVENA A LA VIRGEN DE LUJAN

 

 

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